En 1940, el pionero de la informática, Alan Turing, escribió un artículo donde ya hablaba de máquinas capaces de simular seres humanos. Creó el primer bot de ajedrez en el mundo. En 1956, el profesor John McCarthy utilizó por primera vez el término “Inteligencia Artificial” como la ciencia e ingeniería de fabricar máquinas inteligentes.
Por tanto, la IA está presente en nuestra vida desde hace años. Lo que pasa que ha dado un salto gigantesco con la IA generativa y el famoso ChatGPT.
Y aquí es donde empieza el problema. Si eres de los que prefieren vivir en la feliz ignorancia, no sigas leyendo.
El 22 de marzo de 2023, el Future of Life Institute (FLI) publicó una carta abierta, firmada por más de 1.000 personalidades del mundo tecnológico, entre los que se encontraban Elon Musk, Steve Wozniak (co-fundador de Apple), Jaan Tallinn (co-fundador de Skype) y Max Tegmark (MIT). La petición era clara:
"Pedimos a todos los laboratorios de IA que pausen inmediatamente durante al menos 6 meses el entrenamiento de sistemas de IA más potentes que GPT-4".
Según esta carta, los sistemas de IA con inteligencia humana competitiva plantean riesgos profundos para la sociedad y la humanidad, y se deben planificar y gestionar con cuidado, aspecto que no se está cumpliendo. Nadie puede predecir, entender o controlar qué puede hacer la IA.
El propio Sam Altman (creador de OpenAI y ChatGPT), aunque defiende a muerte los grandes beneficios que esta tecnología aportará a la sociedad (aumento de la productividad, nuevos descubrimientos médicos, nuevos empleos, la eliminación de la desigualdad…), siempre contesta que no está seguro o no conoce todas las implicaciones de la IA.
Y a pesar de no conocer sus consecuencias, ¿sigue jugando con fuego?
Altman en su fe infinita en la bondad humana, señala que “la clave está en garantizar que estas máquinas estén alineadas con las intenciones y los valores humanos”. Algo contradictorio cuando su IA es de código abierto. Esto es, cualquiera en el salón de su casa puede hacer lo que le dé la gana. Además, la historia ya ha dado muestras suficientes de que los valores humanos importan una mierda.
Eliezer Yudkowsky, uno de los expertos a nivel mundial que más sabe de este tema, que dirige la investigación en el Machine Intelligence Research Institute y que ha trabajado en la alineación de la inteligencia artificial general desde 2001, es más contundente: “Tenemos una mínima posibilidad de supervivencia”.
Escribió este artículo en Time (que recomiendo que leas), donde recomienda detener no solo durante 6 meses, sino de forma definitiva y mundial todos los desarrollos de la IA: “No podemos calcular por adelantado qué ocurrirá y cuándo, y actualmente parece posible imaginar que un laboratorio de investigación pueda cruzar líneas críticas sin enterarse”.
Para este experto, la creación de una IA más inteligente que la mente humana, a la que no se le puede generar sentimientos, provocará la extinción de nuestra especie. Es más, no se tiene ni idea de cómo determinar si los sistemas de IA que ya se están desarrollando son conscientes de sí mismos, porque no se sabe cómo piensan y desarrollan sus respuestas. Según Yudkowsky, sin darnos cuenta, se pueden crear mentes digitales que sean verdaderamente conscientes, que nadie puede controlar y que reclamen sus propios derechos.
Encima, ahora mismo, se está produciendo una guerra silenciosa por la hegemonía de la IA entre E.E.U.U, China y Europa. Las grandes corporaciones, con sus gobiernos correspondientes, quieren ser los primeros en hacer una IA cada vez más inteligente. Luchan contra la centralización del poder en una sola empresa (OpenAI). Vamos, hacen oídos sordos a las advertencias de investigadores y expertos, y lo único que les importa es seguir llenándose los bolsillos.
Y ya no hablemos de la desinformación que ya está provocando la IA. Los vídeos e imágenes manipuladas por esta inteligencia son tan perfectas que es difícil para los pobres mortales distinguir qué es verdad y qué es mentira. Una población desinformada, es una población manipulable.
Y después de tener una visión macro (necesaria para no perder perspectiva), vamos a lo que nos afecta en nuestro día a día.
La diferencia que tiene la IA respecto a otros avances tecnológicos como Internet, es su impacto drástico en la economías. Va a cambiar sustancialmente nuestras vidas y relaciones.
Según el informe de Goldam Sachs (Agosto, 2023), “Si la IA generativa cumple sus promesas, el mercado laboral podría sufrir importantes alteraciones. Utilizando datos sobre tareas profesionales en EE.UU. y Europa, descubrimos que aproximadamente dos tercios de los empleos actuales están expuestos a algún grado de automatización por IA, y que la IA generativa podría sustituir hasta una cuarta parte del trabajo actual. La extrapolación de nuestras estimaciones a escala mundial sugiere que la IA generativa podría exponer a la automatización el equivalente a 300 millones de empleos a tiempo completo”. ¡300 millones de puestos de trabajo! Por supuesto, que surgirán nuevos empleos, pero ¿qué tipos de empleos?, ¿empleos con altas exigencias tecnológicas que solo algunos podrán desempeñar?, ¿cómo van a afrontar los gobiernos el desempleo de tantas personas con sistemas económicos endeudados y en crisis?
Entre los sectores afectados se señalan: empleos administrativos y de oficina, área jurídica, arquitectura e ingeniería, operaciones empresariales y financieras, educación, gestión, atención social y sanitaria, arte y diseño, periodismo, manufactura y ensamblaje, conducción de vehículos…
En el sector del marketing digital, publicidad y ventas ya se está notando. Los perfiles que lo tienen jodido son: analistas de datos, especialistas en automatización, Trafficker, Paid Media, diseñadores gráficos, community managers, copywriters, especialistas en investigación de mercado, vendedores, expertos en captación de leads, especialistas en SEO, creativos publicitarios, especialistas en experiencia al cliente, content managers, diseñadores web, programadores… y muchos más.
El error es ver a la IA como una herramienta más en la que apoyarnos para no quedarnos fuera de la criba. Y no. La IA no es una mera herramienta, es una “Inteligencia” que va creciendo y que será más poderosa que tu propia mente. Una inteligencia capaz de hacer todo lo que tú ya haces (incluyendo el pensamiento creativo y estratégico) de forma más rápida y barata. ¿Competir con esto? Creo que será casi imposible.
Mientras miramos hacia otro lado. Solo nos enfocamos en el corto plazo. Nos distraemos con prompts, ChatGPT y otros softwares de IA que nos agilizan las tareas diarias y nos asombran con su resultado, pensando que la cosa se quedará aquí.
Claro que nos aporta grandes cosas, pero ¿merece la pena ser testigos de grandes avances para la humanidad a costa de la humanidad?
Recomendación (especial IA)
Estoy muy contenta. Poco a poco el podcast “Volver a lo que somos” está aumentando en número de suscriptores y oyentes. Gracias si eres uno de ellos. Esta semana hablo de la palabra que más emociones intensas genera: DINERO. La relación que mantenemos con el dinero no suele ser ideal, incluso insana. Por eso, te explico el proceso que apliqué en mi caso para no proyectar las creencias limitantes en un mero papel o metal. Te lo dejo por aquí.
Te recomiendo esta serie, en la línea del email de hoy, que narra magistralmente la historia de la familia Lyon a lo largo de quince años, con todos los cambios convulsos que podremos vivir a nivel económico, político y tecnológico (algunos demasiado presentes): Years & Years. Son de estas series que te dejan tocado por varios días.
En 2001, Steven Spielberg ya se adelantó a lo que estamos viviendo ahora. En su película “A.I. Inteligencia Artificial” nos cuenta la historia de un robot humanoide llamado David que está diseñado para experimentar emociones humanas. Una bella historia sobre la naturaleza del ser, la empatía y el significado de la existencia en un mundo dominado por la tecnología. Es raro que no está en ninguna plataforma. Esta disponible de alquiler en Amazon.
Y, por supuesto, la famosa Matrix que desde su estreno en 1999 no la he vuelto a ver. Esta semana la he recuperado para comprobar como su futuro distópico no está tan lejos como creemos. Menos mal que ver a Keanu me ha devuelto el optimismo.
Curiosidades
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